1517.

CONSTANTINO VII PORFIROGÉNETA

VIDA DEL EMPERADOR BASILIO I

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Pero no sólo por la ciudad llevó a cabo, devota y generosamente, tales obras, sino que también fuera de la misma mostró igual dedicación. Restauró la iglesia del apóstol y evangelista Juan, el Teólogo, en el llamado Hébdomo, que había sufrido el paso del tiempo y estaba en ruinas, y la embelleció con obras de arte y la aseguró con refuerzos. También en el emplazamiento cercano del templo del Precursor[1], demolido por el mucho tiempo y convertido en ruinas en vez de iglesia, la limpió de maderas y escombros y erigió una edificación igual a las ilustres y grandiosas gracias a una rapidísima construcción y cuidados. La iglesia del primado de los apóstoles en Regio, que se hallaba en un estado intransitable por la amenaza de derrumbe, la limpió, la renovó desde los cimientos y la reconstruyó para memoria duradera e inolvidable del apóstol. Levantó el abatido templo del mártir Calínico con mayores dimensiones que el anterior en el puente de Justiniano que se eleva sobre el río Batirso. En el llamado Estrecho, me refiero al brazo de mar del Ponto Euxino, construyó, piadosa y devotamente, la venerable iglesia de San Focas, reunió una comunidad de fervorosos monjes, dotó el lugar de recursos mediante inmuebles y propiedades y fundó un monasterio de elegidos de Dios y un hospital de almas. Además de todas estas obras, la iglesia del Archiestratego Miguel en Sostenio, derruida por el paso de tanto tiempo y arrasada por muchísimas grietas, caída casi sobre sus rodillas ya y perdida la enorme elegancia que la rodeaba, la levantó de sus escombros, la llamó a su antiguo esplendor y la mostró llena de toda su antigua lozanía. Así era el natural de Basilio, glorioso entre los emperadores, con su dedicación y labor restauradora de los sagrados lugares, en lo que se fundamentaba su piedad hacia Dios.


[1] San Juan Bautista.



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