1291.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXXII

En aquella época también, yo caí presa del amor por las matemáticas y por la sublime formación literaria. Le dije adiós a la niñez y por voluntad del soberano me dirigí a las puertas de las lecciones literarias junto con otros jóvenes. Nuestro maestro fue Teodoro Hexaptérigo[1]. Cuando fuimos a presencia del emperador, dirigiéndome la palabra, me dijo: «He escogido a estos y los he entregado a la escuela. A ti te he sacado de mi casa y te he unido a éstos para que aprendas. Muéstrame, pues, que saliste verdaderamente de mi casa y dedícate a aprender. Habiendo yo seguido la carrera de soldado, tanto o quizás un poco más de estipendio habrás obtenido de mi reinado, cuanto haya correspondido a lo ilustre de tu linaje. Si muestras que has asimilado los conocimientos, se te considerará digno de grandes honores y recompensas. El emperador y el sabio son los únicos entre todos los hombres que son los más renombrados.» De este modo, abandoné el palacio y entré en la casa del maestro cuando tenía diecisiete años. Era éste, como dije, Heptaptérigo. No era un hombre muy versado en las matemáticas, pero era bueno en las explicaciones ya que estaba tremendamente familiarizado con la retórica y sabía hacer brillantes exposiciones, por lo que había conseguido con ello gran renombre. Cuando murió, después de sus explicaciones sobre la poesía y la enseñanza de las artes literarias, marché a estudiar yo y cuantos habían terminado conmigo los estudios literarios con Nicéforo Blemides[2], del que todos sabíamos que era el mejor en el saber filosófico. Hasta aquí llega en este momento el relato sobre nuestras circunstancias. Volverá a ser insertado en la historia allí donde me sea factible.

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[1] Se han conservado algunas lecciones realizadas por él y un epitafio dedicado a un contemporáneo suyo de nombre Esteban Coregetópulo. Nació sobre el 1170 y murió sobre el 1240.

[2] Vivió entre 1197 y 1272. Tras la toma de Constantinopla por los latinos, huyó a Asia Menor. Fue un reconocido intelectual de su época. Estudió medicina, filosofía, teología, matemáticas, astronomía, lógica y retórica. Se convirtió en un clérigo y participó con sus escritos en las disputas con la Iglesia Católica. Fundó una escuela adonde también acudió Teodoro II Láscaris. Pasó sus últimos años como monje en un monasterio fundado por él en la ciudad de Éfeso.


1290.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXXI

El emperador Juan, entonces, tal como era él de hábil para idear recursos cuando las circunstancias hacían difícil conservar sus posesiones, algo sobre lo cual se necesitarían muchas más palabras, y rechazar lo que se le oponía, halló el modo de cumplir con estos dos objetivos. Había tenido con la emperatriz Irene un hijo al que le habían puesto el nombre de su abuelo, el emperador Teodoro Láscaris. En aquella época había cumplido once años. Por otro lado, Asán tenía una hija de nueve años, de nombre Helena, con su esposa húngara. Así pues, el emperador mandó una embajada a Asán, el mandatario búlgaro. Le recordó el compromiso de los niños, el parentesco de ambos y la alianza y el apoyo mutuos. Asán recibió la embajada, se cumplimentaron los acuerdos y se confirmaron los juramentos.


1289.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXX

Así pues, como decíamos, el rey Juan, al que también llamaban emperador de Constantinopla, atracó sus naves cuando hubo llegado a Lámpsaco, a un lugar así llamado más o menos Holco. El emperador Juan, dado que no disponía a su lado de un ejército capaz de impedir su salida por las razones que expuse, estuvo impidiendo los movimientos de los enemigos con los pocos recursos estratégicos que tenía. Los latinos y su rey Juan salieron y recorrían algunas partes de la zona costera, ya que no podían apartarse más lejos de sus barcos. El emperador los seguía al frente de sus tropas para enfrentarse a los enemigos, y fue capaz de refrenarlos. El emperador hacía su camino por la base de las montañas y los italianos por la costa. Éstos llegaron a la ciudad de Pegas tras recorrer durante un breve lapso de tiempo (no habían pasado aún cuatro meses) el territorio costero del emperador y atravesar unos pocos lugares (desde Lámpsaco habían llegado hasta Cécreas), habiendo saqueado poco o nada dado que el emperador se había adelantado poniendo a salvo todo lo fundamental en los lugares más elevados. Sólo se habían apoderado de una plaza fuerte, que se llamaba Ceramidas y que se encontraba junto a los montes de Cízico. Tenían preparadas sus naves para regresar a Constantinopla y se hubieran marchado llenos de vergüenza y fracasados, si no se hubieran apoderado de Pegas con idea de saquearla. Un hombre hábil en trepar por los bordes de las rocas había encontrado un camino por el que los latinos pudieron ascender armados durante la noche hasta la ciudadela. Cayeron sobre la guarnición repentinamente, la liquidaron y tomaron la plaza fuerte. Este hecho acobardó brevemente a los romanos porque la ciudad estaba llena de hombres valientes, nobles y pertenecientes a la flor y nata del ejército. Sin embargo, las disposiciones tomadas por el emperador para tales eventos y su capacidad estratégica anularon la flaqueza de los romanos, introdujo el temor en los latinos y los apartó de su natural inclinación y del ímpetu que habían adquirido a raíz de la apropiación del botín apresado. Volvieron a Constantinopla con poco o ningún logro, como hemos dicho.


1288.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXIX

En aquella ocasión también, mis padres me enviaron desde Constantinopla junto al emperador, a la edad de dieciséis años y una vez finalizada mi instrucción formal, a la que la gente denomina literaria. Quería mi padre apartarme de manos de los latinos dado que lo tenían sometido por los abundantes dispendios y los favores que le proporcionaban. No pocos obstáculos le procuraba también la mucha gente que en su entorno dependía de él, hijos, criados y criadas. Tenía en mente por aquel entonces, si fuese necesario y en la medida en que sus fuerzas lo permitiesen, correr el riesgo de escapar y llevar a cabo lo que estaba tramando. Se lo impedía una grave enfermedad porque estaba medio muerto y consumido. Tras pasar casi dos años pegado a una cama, dejó la vida. En cuanto a mí, se me dejó en el palacio imperial al cuidado del emperador.


1287.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXVIII

Así pues, el emperador acampó en los alrededores de Estadea. Entregó a Andrónico Paleólogo, al que tenía en calidad de Gran Doméstico y sobre el que hemos hablado antes brevemente, el ejército y sus generales, y lo despachó en dirección a la isla de Rodas con un número suficiente de trirremes y de otras naves para atacar con ímpetu al rebelde e infligirle daños con los recursos de estrategia que conocía. Cuando estos hechos tuvieron lugar y el asunto del césar se hubo desenvuelto de forma favorable a los objetivos del emperador y, asimismo, se oyó decir que el rey había salido de Constantinopla con la intención de atracar en Lámpsaco para desde allí emprender una guerra contra los romanos, el emperador, en unión de las fuerzas a su disposición en aquella coyuntura (pocos eran, dado que la mayor parte del ejército por haber sufrido con ocasión de la batalla y por estar en la estación invernal, se había ido a casa), marchó hacia Lámpsaco y plantó su campamento en los alrededores de Sigrene.

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1286.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXVII

Pero regrese el curso de la historia a los asuntos relacionados con los latinos de Constantinopla. Cuando murió, como hemos dicho, Roberto, que los de Constantinopla tenían como emperador, según dejó constancia la historia, tras haberse apoderado del Euripo, subió al trono su hermano Balduino siendo aún menor de edad[1]. Enviaron aquéllos una embajada a Juan, el llamado rey de Jerusalén[2], que se jactaba de tener gran fama en las tácticas militares, era vigoroso en su actuar y de una estatura que superaba a sus coetáneos. Querían que acudiese junto a ellos aclamado como emperador de Constantinopla, que gobernase los asuntos de la ciudad como soberano, convirtiese en su yerno (tenía una hija) a Balduino, al que consideraban como heredero, y que, después de su muerte, los gobernase Balduino, cuando hubiera crecido en edad, ya que el rey era una persona muy mayor y su vida se había prolongado durante unos ochenta años o más. Cuando yo lo vi en persona, quedé muy asombrado de la envergadura del hombre que en todo su físico superaba con mucho a los demás por su altura y robustez. Convino, pues, el rey con la embajada un acuerdo y llegó a Constantinopla habiendo hecho la ruta por mar porque no contaba con personas válidas con las que hacer el camino por tierra. Tras llegar a Constantinopla, no fue fácil hacer salidas y emprender campañas. Reconoció que el emperador Juan era un militar muy capaz y el que mejores recursos tenía contra los enemigos en las batallas. Con todo, se reprochaba a sí mismo la iniciativa y haberse puesto el primero en emprender la empresa. Afirmaba que pensaban mal los que hablaban, si así entendían y no lo incitaban a causa de su propia conveniencia, que los llevaba a lugares que no sabía gobernar el que los mandaba como emperador. Bien hablaba y pensaba porque, si esos diez lugares tan grandes hubieran estado sometidos al poder del emperador Juan, bien hubiera sabido gobernarlos, reinar sobre ellos y defenderlos de sus enemigos. Así pues, ya fuera por esas razones, o porque quiso disfrutar al máximo de los placeres que había en Constantinopla, en el plazo de dos años culminó la tarea. A duras penas dotó trirremes y reunió cuantas tropas poseía como ejército y marchó hacia oriente. Fondeó en el arsenal de Lámpsaco en un momento cercano a aquel en que el emperador Juan regresaba de la batalla contra el césar Gabalás[3], al que había combatido por su sedición.

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[1] Balduino II (1217-1273; reinado de 1228 a 1261). Subió al trono con 11 años.

[2] Juan I, conde de Brienne (ca. 1170-1237), rey de Jerusalén (1210-1225) y emperador de Constantinopla (1229-1237).

[3] León Gabalás (? – ca. 1240). Tras la toma por los cruzados latinos de Constantinopla, huyó con sus partidarios a la isla de Rodas, donde se hizo fuerte e intentó expandir sus dominios. Se hacía llamar Señor de Rodas y Cárpato y César de las Cícladas. Fue combatido por Juan III Vatatzes. Pasó por diferentes vicisitudes, desde reconocer el vasallaje al emperador Juan III hasta una alianza con los venecianos para, finalmente, participar con ese mismo emperador en el sitio de la capital durante los años 1234 a 1235. Le sucedió su hermano Juan Gabalás.

 

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Sello de Balduino II de Courtenay, emperador latino de Constantinopla


1285.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXVI

Como ha contado esta historia, una vez que Teodoro Ángel hubo pasado a ser parte del botín para Asán junto con sus restantes parientes y la élite de sus hombres, fue confinado por ése, pero estuvo muy bien atendido. Así fue durante mucho tiempo, pero, cuando se le descubrió tramando una sedición contra su casa, Asán lo cegó. Ahora bien, Manuel Ángel, que había sido honrado con la dignidad de déspota por su hermano, había logrado escapar mientras el ejército romano huía. Marchó a Tesalónica mientras tuvo el nombre de déspota. Por tener bajo su dominio la zona que circundaba la ciudad, sancionaba sus escritos con letras rojas. De este hombre se burlaba uno de los enviados por el emperador Juan: «A ti te encaja aquello que canta el salmista sobre Cristo: ‘a ti, rey y señor’»[1]. Desde ese momento, Manuel Ángel dominó las tierras y las ciudades al occidente de aquella región sin que fuera molestado por los búlgaros en absoluto ya que se hallaba vinculado con la hija que Asán había tenido de una concubina.

 

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Moneda de Manuel Comneno Ducas

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[1] «εἰς σὲ καὶ μᾶλλον ἁρμόσει τὸ εἰς Χριστὸν ψαλτῳδούμενον, σὲ τὸν βασιλέα καὶ δεσπότην». Juego de palabras que emplea los términos en griego que normalmente se traducen como «emperador» (βασιλέα) y «déspota» (δεσπότην) y que en el caso del Salterio se suelen traducir por «rey» y «señor». El color rojo en los documentos era propio de los emperadores.


1284.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXV

Así prosperaban los intereses de Teodoro Comneno, cuando llegó a las fronteras de los búlgaros y firmó un tratado con el emperador de los búlgaros Juan Asán, de quien nuestro relato dejó dicho anteriormente que había ascendido al trono de los búlgaros después de Borilas. Se procuró una relación de parentesco con él tomando para su hermano Manuel[1] a María, la hija, que había sido engendrada para él por una concubina. Ahora bien, Teodoro Ángel[2] rompió los pactos con Juan Asán, conforme al carácter de ese hombre, que se comportaba de manera bastante arrogante y descontrolada no sólo con los asuntos relacionados con la corte, sino, en general, en todo lo relacionado con la política, transgrediendo los juramentos e infringiendo los pactos con los pueblos vecinos, y marchó contra los búlgaros después de haber formado un ejército reclutado con soldados romanos e italianos. Dejando a un lado Adrianópolis, hizo el camino por la parte superior del Hebro buscando entablar combate con los búlgaros; pero, en realidad, estaba buscando su propia muerte. Creía que los búlgaros, atemorizados, ni siquiera podrían aguantar el solo empuje de su ejército. Pero no sólo los búlgaros, sino también Juan Asán, confiando más en el perjurio y en la ruptura de los tratados de Teodoro Ángel que en sus propias fuerzas, tras aceptar una pequeña alianza con los escitas que no llegaba a mil hombres, fue a la batalla con una moral bastante elevada. Como se cuenta, ondeaba en su estandarte el juramento escrito de Teodoro. Y, en efecto, en los alrededores de un lugar próximo al Hebro (al que llaman Colocotinitza[3]) chocaron los ejércitos, y, para exponerlo todo brevemente, Teodoro fue vencido totalmente por los búlgaros y los escitas. Fue capturado por los enemigos y también lo fueron no pocos de sus parientes, de la élite y de la clase dirigente, y todo su botín pasó a manos de los búlgaros. Asán se comportó humanamente con la masa de los capturados. Liberó a la mayor parte de las tropas, especialmente a la gente del común y la chusma, y las mandó a sus aldeas y ciudades, ya fuera por mostrarse de forma humana, ya fuera por ejecutar un movimiento que le interesaba. Así sucedió, porque cuando marchaba contra ellos, todos se le entregaron sin derramar sangre y Adrianópolis pasó a su poder e, inmediatamente, Didimotico; luego, todo Bolero, Serras, Pelagonia, Prilapo y sus alrededores. Recorrió también la Gran Valaquia y se apoderó de Elbano. Hasta el Ilírico llegó su incursión. Cuando hubo cumplido la mayor parte de su voluntad y como amaba su mundo, regresó a su propia tierra. Dejó que algunas de las plazas fuertes quedaran bajo el dominio de los romanos, pero la mayoría quedó en sus manos, disponiendo en ellas soldados y comandantes que gestionaran la recaudación de los impuestos públicos. En suma, a todos les pareció en aquella ocasión una persona admirable y venturosa, porque no empleó la espada en sus asuntos particulares ni se mancilló con la sangre de los romanos, como hicieron sus predecesores entre los búlgaros. A raíz de estos hechos, fue amado no sólo por los búlgaros, sino también por los romanos y los demás pueblos.

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[1] Manuel Comneno Ducas o Manuel Ángel (1187-1241).

[2] Teodoro Comneno Ducas. El apellido de Ángel procede de su padre Miguel I, a quien se le llamaba también Miguel Ángel por estar relacionado con dicha familia.

[3] Batalla que tuvo lugar en el año 1230.


1283.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXIV

Como los italianos querían llegar a un acuerdo, cedieron al emperador la ciudad de Pegas. De este modo, el emperador Juan selló la paz con ellos. Los latinos se retiraron en su beneficio de todo el territorio situado hacia el sur, pero todavía dominaban las zonas septentrionales próximas a Constantinopla y los alrededores de la ciudad de Nicomedia. Antes de esto, había sucedido lo siguiente. Los habitantes de Adrianópolis enviaron una embajada al emperador para que les mandara un ejército y liberarlos del poder de los italianos. El emperador despachó al protostrátor Ises después de haberle dado un ejército. Lo acompañaba también Juan Camitzes. Atravesaron el Helesponto y pasando por Macedonia, llegaron ante Adrianópolis. Entraron en la ciudad y permanecieron allí. El emperador albergaba por este motivo esperanzas de apoderarse de la región. No obstante, Teodoro Comneno, de quien el relato ha dado cuenta anteriormente, se había adueñado de todo el entorno, excepto el macizo de Ródope, que también es llamado Acrido, las ciudades que contenía y Melenico. Esta zona la gobernaba Estlabo, pariente del emperador Asán y poseedor del título de déspota otorgado por el emperador Enrique de Constantinopla, a cuya hija había conducido al matrimonio después de haber sido su concubina. El mencionado Estlabo, por apartarnos brevemente del curso del relato, tras encontrarse con que Melenico era una plaza fortificada y casi imposible de ser tomada por cualquiera que la atacara, se hizo independiente sin estar subordinado a ninguno de los soberanos del entorno. Unas veces, era aliado de los italianos llevado por el parentesco matrimonial; otras, de los búlgaros por ser de su misma raza y pensamiento; otras, de Teodoro Comneno. Nunca estaba sometido a las órdenes de nadie, ni llegaba con nadie a una confianza cierta ni a la coincidencia en sus pensamientos. Tras la muerte de su esposa, se casó con la hija de Petralifas, el hermano de la mujer de Teodoro Comneno y de quien el relato dará cuenta conforme vaya avanzando. En suma, salvo el territorio que había caído bajo el poder del mencionado Estlabo, todo había quedado bajo el poder de Teodoro Comneno. Una vez hubo acabado por dominar Mosinópolis, Jantea y la propia Gratziano, atravesó el monte de Estagira, que la gente llama Macra, recorrió las tierras desde Hebro, hallándolas todas libres de enemigos y sin estar fortificadas por ningún castillo. Cuando hubo llegado a Didimotico, en no mucho tiempo fue aclamado emperador de esas regiones. Una vez en Adrianópolis, se encontró dentro al mencionado Ises, el protostrátor, y a Camitzes con el ejército del emperador Juan. Sugiriendo palabras engañosas a sus habitantes en el sentido de que los enriquecería ampliamente y los pondría por encima del resto de los romanos, los convenció para que sacasen al ejército del emperador fuera y de que lo dejaran entrar. En consecuencia, el protostrátor Ises y Camitzes fueron sacados con el ejército que los seguía bajo el juramento de que ninguno de ellos sufriría mal alguno. Cuando hubieron salido, el protostrátor ni siquiera vio a Teodoro Comneno –esto había sido acordado por ellos- y Camitzes, que se encontró con él, no bajó del caballo ni se prosternó ante él como emperador. A Teodoro Comneno, irritado por este gesto (quería que todos los romanos lo tuvieran como emperador, dado que había sido aclamado como tal) le invadió la cólera y a punto hubiera estado de herirlo. Este hecho llegó a ser motivo para que el emperador le confiriera dignidades, porque, después de volver a cruzar el Helesponto, y llegar ante el emperador, Camitzes fue honrado con el título de gran heteriarca por su comportamiento. Así pues, Teodoro Comneno se hizo con Adrianópolis y les creó muchas dificultades a los italianos. Devastó todo el territorio en poder de éstos y, cuando hubo llegado hasta la propia Bicía, se apoderó del exterior de la plaza y se hizo con mucho botín de aquella zona. Llegó hasta las puertas de Constantinopla y provocó un enorme temor a los latinos. Aquella fue la ocasión en que Asel de Cae[1], que se había casado con la hija del emperador Teodoro Láscaris, fue herido en el cuello por la lanza de un hombre de Teodoro Comneno, y parecía que aquella herida era mortal, pero fue curado por uno de los médicos. A partir de aquel momento, su voz fue ronca y las vértebras de su cuello no giraban con soltura.

 

 

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[1] Según cuenta Jorge Acropolita, (v. capítulo VI) Teodoro Láscaris tuvo tres hijas de su primer matrimonio con Ana Comnena Angelina: Helena, María y Eudocia. Ésta última era esposa de Anseau de Caheu o Anselm de Cahieu, noble cuyo origen se sitúa en la región de Picardía, en Francia. Éste es el Asel de Cae que aquí nombra el autor.


1282.

JORGE ACROPOLITA

ANALES

XXIII

Mientras el emperador Juan se hallaba en estas empresas y luchaba sin descanso contra los italianos por tierra y mar, se preparó una conspiración contra él. El organizador de la misma era Andrónico Nestongo[1], primo del emperador. Sin prestar atención a la relación de parentesco y despreciando los vínculos, planeó una rebelión contra su primo el emperador teniendo como cómplice a su hermano Isaac y no pocos de otros notables, Flamules, a quien el emperador había dignado con el título de heteriarca[2]; Tarcaniotes, Sinadeno, al yerno de éste, Estaseno, Macreno y otros en un número elevado. La conspiración se estuvo preparando durante mucho tiempo y le pasó inadvertida al emperador, pero durante su estancia en Lámpsaco, se enteró de ella. Tras hacer consumir por el fuego las trirremes para que los italianos no se apoderasen de ellas y dar preferencia a la guerra interna sobre la externa, partió de allí y llegó a Aquiraus, donde comenzó a investigar la conspiración, y todos los conjurados fueron sometidos a juicio. No obstante, el emperador hizo un uso compasivo de las leyes, y condenó a Isaac Nestongo a ser cegado y a que se le cortase una mano, igual que a Macreno, que se había detenido muchas veces cuando, mientras se hallaba a espaldas del emperador, se había dispuesto a desenvainar la espada y a asestar el golpe mortal. A algunos de los demás los sometió a leves penas, y a la mayoría los dejó libres después de tenerlos encarcelados durante un tiempo. En cuanto al promotor mismo de la conspiración por su deseo de gobernar el Imperio, Andrónico Nestongo, lo confinó en la fortaleza de Magnesia. Hasta tal punto le impidió al emperador su afectuosa relación hacerle daño. Aquél tras poco tiempo huyó, como algunos afirman, por voluntad del emperador, quien le había ordenado que se marchara en total libertad y como si hubiera decidido que hurtara su salvación. Tras escapar de noche, se dirigió a territorio musulmán y allí pasó la vida hasta su muerte. A partir de ese momento, el emperador se comportó prestando mayor atención a su entorno y no usó su anterior liberalidad. Puso guardias y vigilantes a su alrededor que estuvieran atentos día y noche. Respecto a este particular, la emperatriz Irene presionó grandemente ya que tenía un carácter viril y afrontaba todos los asuntos de forma mucho más digna de un emperador.

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[1] Isaac y Andrónico Ducas Nestongo, este último muerto en torno al año 1225. Tenían vínculos familiares con los Comneno y los Ducas.

[2] Jefe de los contingentes extranjeros del ejército bizantino.