1085.

Aunque recientes estudios parecen demostrar que el ser humano tiene más fácil creer una mentira que una verdad, se te antoja pensar que la mentira precisa de una continua y permanente insistencia para velar su carácter fraudulento y cortar el paso a una verdad que, dejada a su albur, saltaría a la luz con toda evidencia. Así, la falsedad de la existencia de Dios requiere que sus apologistas ordenen un incesante recordatorio de esa entelequia. De ahí los ritos diarios, semanales, mensuales, anuales. Si no se forzara a pensar en Dios, éste desaparecería de escena. Otro ejemplo lo encuentras en ese sucedáneo moderno de la religión que es la ideología política. Cuanto más insista en imponer sus dogmas a sus sometidos, más falsas serán. Por eso, los regímenes totalitarios inundan de propaganda todo espacio público y privado. Y por eso las sociedades abiertas nunca tienen necesidad de adormecer el espíritu crítico del ser humano con su asfixiante recordatorio. La verdad no necesita venderse ni ocultar su esencia.


1084.

Ya sabes que detrás de la obsesión de los comunistas europeos por abrir las puertas a la inmigración de forma indiscriminada hay un programa de destrucción de la tradición cultural de Europa para poder crear sobre sus escombros la utopía de la sociedad sin clases. No obstante, sospechas que hay también su puntito de rabieta. A fin de cuentas, los comunistas son seres humanos, aunque crean pertenecer a una variedad superior de homines sapientes sapientes. La gente muere por vivir en la sociedad europea; sin embargo, muere por escapar de los países donde campa el comunismo.


1083.

Espumarajos por la boca está expulsando la progresía española porque una mujer, negra e inmigrante ha asesinado con alevosía, premeditación y crueldad a un niño de ocho años blanco y español. En su Evangelio, esa mujer pertenece a una clase limpia de cualquier tacha en función de sus accidentes sociales y biológicos. Ellos, los progres, apóstoles de la igualdad, niegan a la asesina el carácter más elemental de la igualdad, el de considerarla persona a secas y, por tanto, receptáculo de la parte oscura del alma humana.


1082.

πάντων δ᾽ ὅσ᾽ ἔστ᾽ ἔμψυχα καὶ γνώμην ἔχει
γυναῖκές ἐσμεν ἀθλιώτατον φυτόν·
ἃς πρῶτα μὲν δεῖ χρημάτων ὑπερβολῇ
πόσιν πρίασθαι, δεσπότην τε σώματος
[λαβεῖν· κακοῦ γὰρ τοῦτ᾽ ἔτ᾽ ἄλγιον κακόν].
κἀν τῷδ᾽ ἀγὼν μέγιστος, κακὸν λαβεῖν
χρηστόν· οὐ γὰρ εὐκλεεῖς ἀπαλλαγαὶ
γυναιξὶν οὐδ᾽ οἷόν τ᾽ ἀνήνασθαι πόσιν.
ἐς καινὰ δ᾽ ἤθη καὶ νόμους ἀφιγμένην
δεῖ μάντιν εἶναι, μὴ μαθοῦσαν οἴκοθεν,
ὅπως ἄριστα χρήσεται ξυνευνέτῃ.
κἂν μὲν τάδ᾽ ἡμῖν ἐκπονουμέναισιν εὖ
πόσις ξυνοικῇ μὴ βίᾳ φέρων ζυγόν,
ζηλωτὸς αἰών· εἰ δὲ μή, θανεῖν χρεών.
ἀνὴρ δ᾽, ὅταν τοῖς ἔνδον ἄχθηται ξυνών,
ἔξω μολὼν ἔπαυσε καρδίαν ἄσης
[ἢ πρὸς φίλον τιν᾽ ἢ πρὸς ἥλικα τραπείς]·
ἡμῖν δ᾽ ἀνάγκη πρὸς μίαν ψυχὴν βλέπειν.
λέγουσι δ᾽ ἡμᾶς ὡς ἀκίνδυνον βίον
ζῶμεν κατ᾽ οἴκους, οἱ δὲ μάρνανται δορί,
κακῶς φρονοῦντες· ὡς τρὶς ἂν παρ᾽ ἀσπίδα  
στῆναι θέλοιμ᾽ ἂν μᾶλλον ἢ τεκεῖν ἅπαξ.

De todas cuantas tienen aliento y juicio, las mujeres somos la criatura más desgraciada. En primer lugar, deben comprar un marido con una exagerada cantidad de dinero y tomar un dueño de su cuerpo, y ésta es una desgracia aún más dolorosa que cualquier otra. En tomar uno malo o uno bueno reside nuestra mayor agonía, porque no hay separaciones honrosas para las mujeres ni es posible repudiar al marido. Si llega a una tierra con otras costumbres y leyes, debe adivinar, puesto que no las ha aprendido en su casa, cómo servir de la mejor manera posible al marido. Si un esposo convive bien con nosotras, que padecemos estas penalidades, sin imponernos violentamente su yugo, nuestros días son envidiables; pero si no, es mejor morir. Un hombre, cuando se hastía de la convivencia con los de casa, sale fuera y libera su corazón de la aflicción dirigiéndose junto a un amigo o a un coetáneo. Pero a nosotras nos es obligado mirar a una sola persona. Dicen, razonando erróneamente, que nosotras vivimos una vida sin peligros en la casa y que ellos combaten con la lanza, ¡tres veces quisiera yo estar a pie firme con el escudo que parir una sola vez!

Eurípides, Medea, versos 230-251.


1081.

Menos mal que nadie en la manada feminista e izquierdosa sabe quién fue Eurípides, si no le habrían sometido a censura por haber escrito Medea.


1080.

Parece que los políticos en estos tiempos de la postpostmodernidad tuvieran mentalidad de déspota ilustrado, por aquello de todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Lo malo del asunto es que, dada la altura intelectual y formativa de esa tropa, dirías que el adjetivo se ha caído de las alforjas y sólo ha quedado en su interior el sustantivo (¡ah, si Feijóo o Jovellanos levantaran la cabeza!). No otra conclusión puedes extraer cuando te enteras de que el sustento filosófico de su pretendida ilustración es aquella frasecita oída en las manifestaciones del día 8 de los corrientes en apoyo de eso que llaman «feminismo»: «la talla 38 nos aprieta el chocho».


1079.

Siempre has pensado que los separatistas regionales en España son tremendamente españoles en su forma de ser. Cuando sabes de las ensoñaciones célticas de los nacionalistas gallegos, con sus cabellos rubios y sus ojos claros frente a la raza impura de los españoles, o cuando sabes de la raigambre bíblica con línea directa hacia el Altísimo de esa raza superior vascongada; o cuando sabes del desprecio de los nacionalistas catalanes hacia esos seres inferiores que llaman «murcianos» o «andaluces»; en suma, cuando sabes de tanta letra con tinte de supremacismo, te viene a la memoria aquella impronta tan racialmente española como era la limpieza de sangre.